martes, 21 de octubre de 2008

Orígenes del arte del rejoneo en España

Para hablar del rejoneo tal y como lo conocemos en la actualidad, debemos remontarlos a la corrida caballeresca. Las primeras noticias que tenemos de este tipo de corridas datan del siglo XIII, aunque el punto más alto lo alcanza durante el reinado de Felipe IV. En el siglo XVIII empieza su declive, lo que se entiende perfectamente si tenemos en cuenta que el auge y la decadencia de esta corrida está en relación con la evolución de la nobleza, ya que los nobles eran quienes tenían derecho a montar a caballo. El origen de la corrida caballeresca tiene mucho que ver con el auge de la monta a la jineta. Con ella se abandonan los largos estribos de la Alta Edad Media que utilizaban los caballeros en las batallas, por unos estribos más cortos que hacen ir al jinete con las rodillas flexionadas. Esta monta permitía dominar mucho mejor al caballo, lo que hacía posible los alardes de los caballeros frente al toro. Las noticias que nos han llegado sobre la celebración de estas fiestas de toros aluden siempre a sucesos extraordinarios, relacionados siempre con los compromisos matrimoniales de reyes y nobles, las bodas, nacimientos, y también la presencia de algún monarca en una ciudad con motivo de un viaje. En la corrida caballeresca, el que rejoneaba se basaba en la movilidad y en la doma para poder burlar al toro y así someterle al castigo de los rejones, o las banderillas. Vemos que, básicamente, el rejoneo de entonces es similar al de hoy. Lo único que ocurre es que los caballeros han ido adquiriendo y mejorando la técnica. El declive del toreo a caballo por parte de la nobleza llega con el reinado de los borbones en España. Tanto, que con esta dinastía la nobleza abandona la práctica del toreo a caballo. Los jinetes desaparecen de la plaza, aunque no del campo, mientras en Portugal permanece viva la corrida de rejones en público.

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